Cada casa, un mundo
Ilustraciones de Javier A. Gonzáles; Ediciones Colihue,
2006

 

Quarta di copertina

    Un nuevo chico llega a la escuela y La Banda de los Ocho se convierte en La Banda de los Nueve. Las aventuras de todos los días consisten en concurrir a cualquiera de las casas de los integrantes de la banda; todos ellos nacieron en “familias difíciles” y sus casas son mundos aparte, planetas, vías lácteas, agujeros negros. Pero las habituales diversiones parecen transformarse en un juego mortal, cuando un cuervo gigante comienza a atacar a todos. ¿Es un asesino disfrazado o un fantasma? ¿Podrán los chicos atrapar al monstruo y salvar al barrio del peligro?

 


La prima pagina

Cada casa es un mundo, dice el abuelo de Leonardo, que se cree Sancho Panza y se la pasa hablando con refranes traídos de los pelos. Pero las casas de mis amigos de la banda, la de Rubén por ejemplo, más que mundo es otro planeta, habitado por extraterrestres furtivos y despavoridos. Y la casa de Agustín, más que planeta es una Vía Láctea entera, bien batida, una ricota de la Cuarta Dimensión, poblada de estafilococos, hiperactivos, siempre en ebullición. Y la de Leo, más que Vía Láctea es un Reino de Meteoritos, chocándose y explotando a cada paso. Y la casa de Nicola, más que de meteoritos es un Reino en una Burbuja, con hadas, escuela de magos, varitas mágicas de plástico a pilas, melodías de películas bobas, golosinas con colorantes cancerígenos y todo eso. Y la casa de Julia, más que de burbujas es el Reino del Bing-Bang, y pasa del agujero negro al esplendor de una estrella de diamante. De mi casa mejor ni hablar.
Y después está la casa de Mariana, que es inmensa y funciona como hospedaje. Alguna vez fue una mansión, después fue un sanatorio, después un hogar de ancianos, y al final quedó medio abandonada hasta que la madre de Mariana la alquiló o la compró cuando ya prácticamente era una ruina.

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