Carnavalito
Ed. Colihue,
1995
pp. 155

 

Quarta di copertina

Voluntariamente variada y sopresiva es la obra literaria de Enrique M. Butti, un escritor argentino atípico, más conocido fuera que dentro los límites de su país, más representativo del íntimo destierro de los desiertos argentinos que de los circuitos caracteristicos de la intelligentsia porteña, de Buenos Aires. De su inédita pero espontáneamente difundida El Club de los Depravados a sus novelas de aventuras “para adolescentes”, Butti hace acopio de una amplia y ecléctica gama de recursos y géneros.
Una voz personal sostiene los cuentos, novelas y obras teatrales de Enrique M. Butti, signada por la fuerza de la imagen en los momentos cruciales de la anécdota (reflejo quizás de su experiencia cinematográfica), por un humor desbordante y por un estilo cincelado hasta la transparencia.
En estos cuentos abunda el tratamiento de un fantástico-cotidiano , donde lo milagroso acecha a personajes que viven al margen de la Historia estentórea y heroica. No es casual que Butti reconozca su admiración, más allá de los inevitables Borges y Rulfo, por escritores nunca bien asimilados por la académica literatura latinoaméricana “for-export”, sobre todo por el uruguayo Felisberto Hernández, el brasileño Joao Guimaraes-Rosa, el argentino Manuel Puig y el mexicano Jorge Ibargüengoitia.

 


La prima pagina

Capítulo que no dice nada de nada

Javier Rondi, presente.
     Si no me conocen, modestamente siento mucho tener que decirles que se pierden una de las cosas más interesantes que produjo el universo.
     Es verdad que hay momentos en que me atacan algunas dudas sobre mi incommensurable e inmensa grandiosidad. En esos momentos empiezo a sentirme una especie de gusano, y si me miro en el espejo descubro que el gusano tiene un naso un tanto prominente y espeluznante. Pero, en fin, uno tiene siempre la esperanza de que una caritativa princesa se acerque a besarlo, y al besarnos se produzca un golpe de magia y la nariz se achique de repente, y el gusano salte transformando, con un buen jopo brillante de gel y rociado con una cantidad de hectolitros de perfume suficiente para voltear seducida a una estatua.
     Pero bueno, si no me conocen a mí probablemente tampoco conozcan al Colorado, que es mi mejor amigo, y entonces la verdad que ustedes pueden considerarse las personas más felices de la Tierra.
     Es muy buen tipo el Colorado, no conozco a nadie que sea mejor que él; el problema es que tampoco conozco a nadie que sea peor. El problema es que el Colorado es catastrófico, no porque sea yeta o traiga mala suerte y esas cosas; la mala suerte es él, directamente.

 

© 1995 Ediciones Colihue


   
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