ESPINA DE DIAMANTE
Dalla prima pagina
(El telón se abre sobre un salón burgués vacío, escueto y falso como aparecen los escenarios en la mayoría de las telenovelas. A la izquierda del espectador está la puerta de ingreso al departamento, oculta en los entretelones. Simétricas, dos estatuas de negritos en librea sostienen sendas lámparas. Suena el timbre).
(Cruza la escena, de derecha a izquierda, la SIRVIENTA, con cofia y delantal blancos, apresurada y anodina. Se interna hasta casi desaparecer en los entretelones y abre la puerta que no vemos. Retrocede ligeramente hasta quedar de perfil).
VOZ DE MUJER 1. (En el papel de María Isabel.) - Es el departamento de Felipe Tomás Ibarrengueitea, ¿no es verdad? ¿Se encuentra en casa Felipe Tomás?
SIRVIENTA. - Sí pero mucho me temo que no podrá atenderla. Se encuentra ocupado el señor. Si desea dejar un mensaje...
VOZ DE MUJER 1. - No, necesito verlo, necesito hablar personalmente con él. Es urgente.
SIRVIENTA. - Lo siento mucho, ahora no va a poder ser. Le repito que el señor Ibarrengueitea se halla sumamente ocupado. (Se interna otra vez con medio cuerpo en los entretelones, como queriendo adueñarse de la puerta. La recién llegada evidentemente se adelanta y le impide cerrarla. Enérgicamente avanza aun y entra en escena, atropellando casi a la Sirvienta, que retrocede).
SIRVIENTA. - ¿Que hace señorita? Por favor. Le repito que el señor...
MUJER 1. - (En los paños de María Isabel. Viste elegante traje a saco, zapatos y cartera haciendo juego, collar de perlas): - Perdona mi intromisión, chica, pero es muy importante. Nunca habría osado llegarme hasta aquí y emplear esta violencia, tan ajena a mi carácter sumiso, si no se tratase de una cuestión impostergable. Lo esperaré si es necesario. Tengo que ver a Felipe Tomás, tengo que verlo ahorita mismo.
SIRVIENTA. - ¿Sabía el señor que usted iba a venir? No me avisó nada. Suele ser tan meticuloso con sus horarios. No quiere que lo molesten...
MUJER 1. - (Implorante). Por lo que más quieras, chica, avísale que ha venido a verlo María Isabel, que sólo voy a entretenerlo dos minutos...
