Sin cabeza y encapuchados
Ed. Colihue,
2001
pp. 111

 

 

La prima pagina

Donde me presento y enseguida me enamoro

     Yo siempre soy la pavota, eso no lo voy a discutir. Soy tan viva para algunas cosas, y para lo principal, acá está la bobita, llámenme si es que necesitan a alguien que les arruine una fiesta en dos minutos. Lo peor es que cuando la pavota sale de su cucha se me dibuja una cara de nena asombrada, exactamente esa carita que le aparece a la gente cuando siente que algo le cae en la cabeza, se toca y se da cuenta de que la defecó un pájaro. Sólo que a mí lo que me cae en la cabeza es la caca de Dumbo, el elefante volador. Después me pongo colorada y me saltan las lágrimas. La bebota hace puchero, llora, tiene hipo y le chorrea por el mentón una baba fluorescente. Hay que verla, una cosa hermosa, dan ganas de comérsela viva a la bomboncita.
     Mi problema es que busco que todos me quieran. Cuando alguien no me lleva el apunte, ahí me desespero y la pavota se despierta y se pone loca, se empieza a hacer la simpática, hace morisquetas, se ríe y grita para llamar la atención...

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