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Prima pagina

UN LUGAR EN LA ESQUINA, ARRIBA

Recordó la cara espantada del portero y miró el recorte de luz que se estiraba sobre el piso en una especie de aura, como una visión de fiebre. Sólo le había dicho lo de sus hijos. O acaso ella no tenía derecho a que sus hijos la esperasen en el jardín del edificio, esa pequeña parcela sembrada, eso sotobosque húmedo, con sus yucas y sus rosales, con sus helechos y sus ágaves? Qué hijos, le habìa preguntado el portero. Senaló a la joven de pantalón a cuadros y a los dos muchachos, formaban un grupo claro, iluminado por el sol de la media tarde. Mire, senora, allí no hay nadie. No empecemos de nuevo con esas historias. Eso le habí a contestado y ella se felicitó por no haber hecho el menor comentario respecto a los del departamento de arriba…

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