Los días de suerte,
Ed. Emecé,
1969
pp. 227

 

la prima pagina

LAS SALAS OSCURAS

Ahora sé que no hubo nada extra ño, que eso tenía que suceder. No era posible sequir siempre el mismo itinerario. Además hay que reconocer que en suma no pasó nada irreparable. Sólo que después nunca pudimos olvidarlos. Todavía hoy nos acordamos con frecuencia en el Roxy, y debe ser por la oscuridad de la sala, ya que también lo recordamos en los cines, aunque menos, porque vos, Lucio, preferís esa clase de películas donde es fácil encontrárselo a Edward G. Robinson o a Spencer Tracy, y entonces, durante dos horas la pantalla nos asimila y todo es acción y crujir de papel celofán.
En el Roxy, en cambio, la actividad es muy escasa. Sólo una vez la mujer que los jueves ocupa la mesa del extremo, cerca de la tarima, se levantó bruscamente y nos gritó una especie de insulto en una lengua extranjera y todos nos reímos, por más que se veía bien claro lo descompuesta que staba y lo mucho que había tomado…

© 1969 - Ed. Emecé


   
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