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Cita en el Lago Maggiore |
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Quarta di copertina Así que no solo imputaciones venían hacia el padre desde el pasado. Volvía la permanencia de un vínculo, de una alianza que se había prolongado en el tiempo pese a todo, y que el recuerdo de las trenzas rescataba como pocos otros. Venía, en ese primer amanecer juntos en su pueblo, la evidencia, la certeza, de que aun aquello que pudiera parecer perdido, lo aparentemente extraviado, desechado, había permanecido vivo, y resurgía ahí, reeditado entre esas montañas, vigente, para que se pudiera decir: todo regresa si encuentra el sitio y el momento adecuados que abran la posibilidad del llamado y el rescate. ¿Y qué más volvía hacia él? Volvía el agradecimiento de que aquello hubiese ocurrido alguna vez y también el agradecimiento por haber recuperado el silencio y la serenidad que los rodeaba y sentirse vivir y tener conciencia de ello y saber que el día era suyo, que era de ambos. |
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La prima pagina Desde chiquita la hija solía repetir que el día que visitara Italia por primera vez quería hacerlo de la mano de su papá. Cuando decía Italia se refería en realidad al pueblo piamontés a orillas del Lago Maggiore desde el que la familia había emigrado después de la guerra. De aquel pueblo sabía lo que le contaban la abuela, la tía, a veces también el padre. Pero eran especialmente la tía y la abuela las que la ilustraban cuando viajaba desde la Capital y pasaba los meses de verano con ellas, el tío y los primos, en la localidad de provincia donde vivían. Motivada por un nombre, un proverbio en italiano, una canción de su juventud que la abuela entonaba a media voz sentada en el banco del frente de la casa, la nena volvía sobre el tema. Quería saber. (...). |
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