Tres genias en la magnolia,
Ed. Sudamericana,
2005
pp. 223

 

Quarta di copertina

¿En qué grado interceden o intervienen los niños en el mundo presente, en la sociedad actual? La pregunta corre el riesgo de ser retòrica (y por lo tanto, vacua) si uno pretende responderla en términos generales, abstractos. Otra cosa ocurre cuando un narrador se pone en acción. Sobre todo, uno con la capacidad y energía de Antonio Dal Masetto. El resultado en ese caso es Tres genias en la magnolia, narración que cuenta cómo tres niñas observan y cambian los circuitos y el funcionamiento de un barrio típico de Buenos Aires y cómo, a partir de este juego supremo, la realidad responde. De cada una de sus aventuras, las niñas - las genias - vuelven con la experiencia que recupera el sabor esencial de algunas de las cosas que la infancia idealiza: la verdad, el honor, la justicia. El elemento integrado parece ser el árbol, árbol de la sabiduría y de la magia: la magnolia. El territorio compartido es el que permite observar, en escala, la corrupción solicitada por los adultos con su condicia, sus mezquindades, sus camándulas.

Parábola inteligente, con el candor necesario para atraer a lectores de todas las edades, Tres genias en la magnolia pone en tela de juicio una cantidad enorme de valores del diario existir y señala el ejercicio perdurable de la imaginación literaria para encapsular, con elementos efectivos y simples, una fàbula. Dal Masetto vuelve a demostrarnos su oficio con un añadito: él es también un maestro de lo imprevisible.


La prima pagina

    Las llamaban las tres mosqueteras porque andaban siempre juntas. Juntas en la esquela, juntas en los cumpleaños, juntas en el cine, juntas en los carnavales, juntas en los juegos de la plaza, juntas patinando en las calles asfaltadas, juntas haciendo compras en el mercado, juntas corriendo en bicicleta. En fin, las tres mosqueteras. Sus nombres: Leticia, Valeria y Carolina. Las tres tenían once años. Cuando algo les salía bien y estaban satisfechas se calificaban a sí mismas de genias.
    - Silencio absoluto que va a tomar la palabra la supergenia Carolina - anunciaba Carolina.
    - Abran paso que acá llega la supergenia Valeria - advertía Valeria.
    - En este preciso momento, ante ustedes, la supergenia Leticia - proclamaba Leticia.
    Caro tenía vocación de artista. Concurría a un taller de dibujo y pintura. Estudiaba piano. Llenaba cuadernos con historias que inventaba todo el tiempo. Queía ser una pintora famosa. Quesría ser concertista y compositora. Quería colmar la vida de la gente de música y de colores y de relatos fantásticos.
    La aspiración de Vale era ser una gran médica, recorrer los paises pobres del planeta y salvar vidas y aliviar el dolor del mundo, sobre todo de los niños. Leía biografías de los médicos famosos de la historia de la humanidad.
    En cuanto a Leti, desde muy pequeña, siempre que le preguntaban qué deseaba hacer cuando fuera grande, contestaba:
    - Un pájaro.

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