Oscuramente fuerte es la vida,
Ed. Planeta,
1990
pp. 259

 

"La última novela de Dal Masetto es un maravilloso relato de viaje interior, narrado con una fineza, calidez y justeza de tono que revelan al escritor que sabe observar y transmitir su mundo sin levantar la voz." (Osvaldo Soriano)


Quarta di copertina

"Sólo queríamos cosas simples, trabajar, educar a los hijos, cuidar nuestra casa. ¿Por qué habría de sernos tan difícil?". Desde un pueblo de la provincia de Buenos Aires, una mujer octogenaria, Agata (personaje inspirado en la madre del autor), se sumerge en un viaje al pasado, que la lleva a su pueblo natal en el norte de Italia, a principios de siglio. Desde ese punto comienza a narrar la historia de su vida y de su familia, con la parsimonia y la fluidez de un arroyo de montaña. A lo largo de las páginas su voz y su mirada van delatando con sutileza el paso de los años y el cambio de niña en adolescente y luego en mujer, la muerte de los seres queridos y el comienzo del amor, el estallido de la Primera Guerra, las luchas obreras, el advenimiento del fascismo, la resistencia partisana en la Segunda Guerra y, especialmente, el paso del tiempo: los inviernos y veranos que se suceden sin que nada, aparentemente, cambie en la vida del pueblo, hasta el momento definitorio de cerrar la casa para siempre y embarcarse hacia América.


La prima pagina

Mi casa estaba en las afueras de Trani, pasada la fábrica textil y los primeros prados, subiendo hacia esos montes por lo que se podía ir o escapar a Suiza y a Francia. Desde el patio, asomándose a la cuesta, se veían las desembocaduras de los ríos San Giovanni y San Giorgio, una cada costado del pueblo, y entre ambas los techos de tejas apretados en el último declive contra la costa del lago, y detrás las islas, las estelas lentas de los botes de los pescadores, los campanarios de los poblados de la margen opuesta, los espinazos de montañas en el aire transparente. En ese lugar nací, una mañana de julio de 1911, año en que, según me contaban, los ríos habían crecido como nunca y el San Giorgio se había llevado una casa construida demasiado cerca de la orilla, y con la casa una familia entera. Los míos eran de ahí, aparentemente siempre habían vivido ahí. Hasta donde sé, hasta donde sabían los que me criaron y educaron, ninguno de los que precedieron había llegado desde otras regiones. Me pusieron Agata por mi abuela paterna y Antonietta por mi abuela materna.

© 1990 - Editorial Planeta

   
narratori.org © 2024