Hay unos tipos abajo,
Ed. Planeta,
1998
pp. 174

 


Dalla quarta di copertina

Es el último fin de semana del Mundial de 1978 en Buenos Aires. El domingo se jugará la ansiada final entre Holanda y la Argentina. Pablo vuelve a su departamento del centro de Buenos Aires un sábado al mediodía, luego de dejar una nota en la revista para la que trabaja. Es un periodista de notas blandas y no está metido en política. Sin embargo, a pocos metros de su casa, en Paraguay y Reconquista, hay unos tipos estacionados en la esquina. Esperan. Esa zona de la ciudad es un hervidero de gente durante la semana - una extensión de la city porteña y un lugar de encuentro - pero el viernes a la tarde se vacía y las calles adquieren una atmósfera desolada.
Es la época demajor cerrazón de la dictadura y el momento clave para impresionar al mundo con la paz prolijidad y prosperidad que exhibe la junta militar, a pesar de que son muchos los que saben o al menos sospechan que de trás de esa fachada de normalidad y orden, hache desaparecer gente, tortura y mata. Es el preludio de la campaña de "Los Argentinos somos derechos y humanos."


La prima pagina.

    Pablo dejó la bolsa del mercado en el piso, abrió la puerta del edificio, la aguantó con la rodilla y cuando estaba por entrar lo detuvieron unos bocinazos y gritos que se acercaban:
    - Argentina, Argentina.
    El alboroto impresionaba como una larga caravana, pero eran sólo tres autos que venían bajando por la calle Paraguay, con muchachas y muchachos asomándose por las ventanillas y agitando banderas. Cuando pasaron frente al edificio, una rubiecita de voz ronca echó medio cuerpo afuera estiró los brazos hacia Pablo y le lanzó un beso:
    - Argentina campeón del mundo, mi amor.

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